sábado, 10 de septiembre de 2016

Hubo un tiempo..

Hubo un tiempo en que aparecía de vez en cuando, fresco como la brisa marina, y le sacaba una sonrisa. Lo había olvidado. Ya no ocupaba sus pensamientos, o al menos es lo que quería pensar.  Lo había rodeado con la cinta en un intento vano de mantenerlo unido. La misma cinta que llevó consigo durante meses para recordarse a sí misma que fue real, que no lo había soñado. Y lo escondió, lo guardó en lo más profundo de aquel cajón cubierto con decenas de retales de vida. 
Ya no lo abría, aunque la nostalgia le atenazara el alma. 
Pero los caprichos del destino marcan su propio ritmo, y otra vez, como la primera vez,  encontró lo que no buscaba...

sábado, 5 de mayo de 2012

VIDA

Para todas las madres. Todas y de todo tipo. Madres, al fin y al cabo.

Abrió los ojos y sintió el frío. El frío y un dolor tan intenso que le desgarraba las entrañas. Respiró. "Sigo aquí. He despertado. Lo conseguí". Y respiró de nuevo.

El ascensor subía lentamente. Las puertas se abrieron y empezó a recorrer un camino que ya no tenía vuelta atrás. Al doblar la esquina las vio al final del pasillo. La esperaban con emoción, alegría, borrando con sus sonrisas el temor que les tuvo el corazón encogido durante horas.

Las lágrimas la desbordaron. 

Todo había acabado.

Todo comenzaba.

Se inclinaron a besarla, susurrando palabras que ya se habían hecho incomprensibles porque sólo podía oír la vida que la llamaba desde el otro lado de la puerta. Y la emoción le inundó el alma. Él sostenía aquel cachito de vida entre sus brazos, hablándole sin palabras.
 Y depositó la vida sobre su pecho, piel con piel, latido con latidos, acompasadas como si nada hubiera cambiado.

Y supo que el lazo físico que les habían cortado jamás las unió tanto como el que acababan de empezar a tejer.

martes, 17 de abril de 2012

Pócker

Ya antes de entrar en la cocina su mirada se había clavado en ella. Estaba sentada junto a la mesa. No la había visto antes pero su sonrisa se le metió en la sangre.
Pasó la noche sentado a su lado, aprovechando cualquier oportunidad para hablar con ella, para rozar su mano. El juego se lo facilitó, él no había jugado nunca y la miraba coqueto pidiendo con sus ojos una ayuda que ella le prestó, sorprendida con aquella inesperada atención.
Cuando se despidieron supo que se la llevaba metida en el corazón y en la barriga. Y que se quedaría ahí para siempre.

domingo, 24 de julio de 2011

Como cada noche

Cerró los ojos.


Apretó fuerte los párpados y se repitió que si no los abría no le pasaría nada. Apenas dejaba espacio para que su frente asomase por encima de las sábanas. No, más tapada aún.  El aire caliente se concentraba  en su pequeño refugio y con él, su miedo.

Estaba tras la puerta, lo sabía, podía sentirlo. Como cada noche durante los últimos meses. 

No podía moverse. Temía que si hacía algún ruido se daría cuenta de que aquel bulto inmóvil que apenas respiraba era ella. 

¿Por donde entraba? Cada noche se ocupaba de cerrar con llave la puerta del patio, la de la escalera y la del balcón. La ventana de su dormitorio también, a cal y canto. ¿Por donde entraba?

No sabía lo que era  pero era monstruoso, seguro. Un vampiro, un fantasma, un ogro. Qué más daba. Fuera lo que fuese  acabaría con ella si se movía.
Como cada noche gritaba en silencio, rogando que la escuchara en sus sueños. "¡Mamá, Mamá!"



Y como cada noche, nadie acudió a salvarla con un abrazo protector. 











domingo, 17 de julio de 2011

Aromas

La vida con él olía a comino, a cúrcuma, a coriandro… Olores de especias que impregnaron cada rincón de la casa que compartieron. Bullicio de calderos, comidas elaboradas con el fin de agradar el paladar y el espíritu de otros.  Imágenes pasadas, ubicadas ya en un recuerdo que parecía a veces irreal. Así era él.

Siempre supo que no volvería, que  el amor que ella sentía  no podría acabar con su miedo a crecer.

No lo echaba de menos. Nunca lo hizo.

Pero en ocasiones releía su pasado y recordaba con ternura. Volvía al instante en que sus caminos se cruzaron y vivió una gran historia de amor. Y sonreía  con la certeza de haberse entregado a la pasión sin condiciones.

Daba las gracias por haber sentido la intensidad de su amor.

Y daba las gracias porque hubiera acabado.

lunes, 11 de julio de 2011

MONTAÑA


Hace algún tiempo realicé una actividad en la que hice una elección simple: elegí, sin mirar, una piedra entre otras muchas y escribí sobre ella. Luego, lo que había escrito en tercera persona lo leí como si hablara de mí. Fue revelador. La persona que me propuso esa experiencia sigue acompañándome en el camino. Gracias, Alexis.
De esa experiencia surgió este texto.


Yo no siempre fui montaña.
Quizá lo parezca a los ojos de quien mira sin atención, descuidadamente. Parezco firme, compacta, inamovible. Que sólo el viento y la lluvia me alteran. Parece.
Pero yo fui piedra una vez. Tuve el tamaño de esas pequeñas que encuentras en un paseo por cualquier playa, por cualquier campo, lejos de donde tienes tu casa.
Intentaba no llamar la atención ocultándome tras piedras más llamativas, con el secreto deseo de que algún ojo experto y atento me encontrase y apreciara mi valor.
Cabía en una mano y quien me cogía notaba cómo me adaptaba a ella, sin importar el tamaño ni la fuerza del que me asía, aunque cada vez fuera una mano distinta.
Hubo quien se dio cuenta  de la grieta que surcaba mi superficie y temió que me pudiera resquebrajar por ahí. Con el tiempo, la grieta se fue haciendo cada vez mayor, más profunda. Tanto que, hasta yo misma temí partirme en dos.
Pero no lo hice.
La grieta dejó de crecer y se fue llenando de vida, de optimismo, de aceptación, de sabiduría.  No fue algo casual. Yo lo decidí así, fue mi elección.
Como fue mi elección dejar de mirar en el abismo que hubo dentro de ella para comenzar a mirar hacia fuera. A mirar y a ver lo realmente importante.
Y se calmó el dolor.
Y así, sin dejar de ser piedra, me convertí en montaña.


lunes, 27 de junio de 2011

Revolturas

La noche de San  Juan tiene fama de mágica. Es verdad que está llena de superstición, embrujo y rituales. Y, como mucha gente, he participado de algunos de ellos.


En mi vida las habido de muchas clases: monótonas, intrascendentes, divertidas, reveladoras, cargadas de esperanza e ilusión, dramáticas ...


La de este año ha sido especial. No porque haya realizado ningún ritual, ni saltado la hoguera, ni siquiera he pedido un deseo mirando al cielo. El cielo, el destino, como quieras llamarlo, se ha valido de una amiga, de un tesoro recién encontrado para ponerme en este camino. Escribir. Y compartir.


Creo que llevo escribiendo toda la vida, aunque nunca pensé en compartirlo. 


Revolturas hace alusión a todo aquello que se te mueve dentro del alma. Es movimiento del espíritu, emociones, sensaciones, vida. Es ese pensamiento que llega como si de un relato se tratase, casi como si no fuera tuyo y que, probablemente no le contarás a nadie. La conversación pendiente que nunca tendrás con tu madre, con el jefe, con quien pudo ser y no fue... 


Las revolturas caminan conmigo desde que tengo uso de razón. No las niego, ni las escondo. Las siento y las dejo que muevan mi interior, que coloquen todo lo que no está en su sitio. Son mías y las acepto.


Cuando me va abandonado la consciencia y siento que el sueño se apodera  de mi, ellas me acompañan. Las arropo, les doy las gracias por lo que me aportan y les pido que, una noche más, me acompañen en mi descanso.